Una carretera, es una infraestructura lineal, cuya función es permitir el tráfico rodado de vehículos, en unas condiciones adecuadas de seguridad y confortabilidad.
La construcción de una carretera es una tarea compleja y depende fundamentalmente del servicio que vaya a prestar. Básicamente, una carretera se configura, a base de extender sucesivas capas de materiales pétreos, de diferentes calidades y resistencias, en función de su posición en la estructura de la sección de la carretera.
Constructivamente, habrá diferencias, si tenemos que excavar en el terreno para situar nuestra carretera (desmontes) o de si tenemos que añadir terreno (terraplenes). El mayor “enemigo” de las carreteras, y que las “desgastan”, son las importantes cargas de los vehículos pesados y los agentes climatológicos.
Las últimas capas, sobre las que estará en contacto directo los neumáticos de los vehículos con la carretera, constituyen el firme o pavimento de las mismas. La mayoría de los firmes de carreteras se construyen a base de mezclas bituminosas, esto es, con mezcla de piedras seleccionadas en tamaño y calidad (árido) y betún o asfalto, que es el “pegamento” negro que “ata” dichas piedras, para que el paso de los vehículos por encima de ellas, no las degrane.